El televisor mágico y la juventud
Ricardo era técnico en reparación de televisores, especializado en arreglar desde los modelos más antiguos hasta los más modernos. Un día recibió una llamada peculiar: un matrimonio de ancianos le pidió que reparara un televisor de los años 50, un antiguo General Electric. La pareja mencionó que solo podían ver películas y programas de aquella época y querían que les arreglara la señal para recibir canales más modernos.
Una visita extraña
Cuando llegó a la dirección indicada, Ricardo se encontró con una casa extraña. Por fuera, parecía un departamento sobrio, pero al entrar, el ambiente cambió por completo. El interior era sombrío y viejo, con muebles y decoraciones que parecían haberse detenido en el tiempo. Los ancianos, que lo recibieron amablemente, caminaban con bastones y lo guiaron hasta el televisor.
Un cambio inexplicable
Un mes después, Ricardo recibió otra llamada del mismo matrimonio. Esta vez, se quejaban de que el sonido del televisor fallaba. Cuando llegó a la casa, se quedó atónito. Frente a él no estaban los ancianos que recordaba, sino una pareja joven y vigorosa. Desconcertado, preguntó: "¿Dónde están sus abuelos?" pensando que los viejos no estaban.
Ellos se echaron a reír. "Somos nosotros", respondieron con naturalidad, explicando que la juventud les había regresado gracias a la mente subconsciente y al televisor mágico.
El engaño y la obsesión
Ricardo, al ver el rejuvenecimiento, decidió llevarse el televisor a su casa, creyendo que podía cambiar su vida y la de su hijo discapacitado. Sin embargo, cuando lo conectó en su hogar, ubicó a su hijo frente al televisor y ambos se pusieron a ver. El televisor comenzó a reproducir un documental sobre perros, mientras la casa quedaba en penumbras, todo se apagó ...
Epílogo
Los vecinos, preocupados por la ausencia de Ricardo durante varios días, llamaron a la policía. Cuando entraron en la casa por la fuerza no había signos de las personas que allí vivían y la estufa de la cocina estaba aún encendida. Encontraron en el patio dos perros, uno adulto y otro lisiado en un carrito a los que decidieron llevar a la perrera municipal, ya que no había nadie con quien pudieran quedarse. En la sala, el televisor seguía encendido, reproduciendo en bucle un episodio de El Portal del Caos.
A veces, los resultados milagrosos que observamos en otros no pueden aplicarse a nosotros de la misma manera. Cuando intentamos apropiarnos de lo que no nos pertenece, el equilibrio se restablece de formas que no siempre comprendemos.
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