En el corazón de Mesopotamia, la cuna de la civilización, surgieron los primeros avances tecnológicos que transformarían la vida humana para siempre. Entre los ríos Tigris y Éufrates, el hombre aprendió a domesticar la naturaleza, a canalizar el agua, y a crear las primeras ciudades-estado. Estas tierras fértiles permitieron la agricultura a gran escala, el comercio y el desarrollo de la escritura. Las zigurats, torres escalonadas dedicadas a los dioses, dominaban el horizonte de estas primeras ciudades, símbolos de poder y conexión con los cielos.
Naram y su conexión con los astros
Naram, un joven astrónomo de 17 años, vivía en la ciudad de Uruk, una de las más grandes y prósperas de su tiempo. Desde pequeño, había mostrado un interés inusual por las estrellas, observando el cielo nocturno con una mezcla de asombro y curiosidad. Mientras otros jóvenes soñaban con riquezas y poder, Naram tenía una visión diferente. Cada mañana despertaba con la misma sensación, como si su alma quisiera explorar más allá del horizonte visible, hacia parajes desconocidos.
El descubrimiento del Primer Umbral
Una noche, mientras el cielo despejado brillaba con la luz de mil estrellas, Naram notó algo diferente. No eran los astros lo que llamaba su atención, sino una energía extraña que parecía provenir de la misma tierra. Al acercarse al lugar, un portal comenzó a formarse frente a sus ojos, emanando una luz tenue. Este portal, que él llamaría más tarde el Portal del Caos, vibraba con una energía inquietante, distorsionando la realidad a su alrededor.
El encuentro con el Ente Oscuro
Naram, paralizado por la visión, observó cómo una figura oscura emergía del portal. No tenía una forma definida, pero sus ojos, brillando como brasas, se clavaron en los de Naram. En ese instante, el joven astrónomo sintió cómo toda la historia de la humanidad pasaba ante sus ojos. Vio el nacimiento del mundo, la aparición de los primeros hombres y las grandes civilizaciones que surgieron y cayeron, todo en un solo destello fugaz. La figura lo observaba con una mezcla de fascinación y juicio, como si midiera su valor
El portal parecía latir, resonando con la misma energía que gobernaba las estrellas. Naram sintió que su cuerpo temblaba, pero no retrocedió. Extendió su mano hacia la luz, como si algo en su interior lo empujara a cruzar ese umbral hacia lo desconocido. Justo cuando sus dedos rozaron la superficie del portal, la figura desapareció, y una corriente de aire frío lo envolvió.
Las consecuencias del Primer Umbral
El portal emitió un último destello antes de cerrarse, dejando a Naram solo bajo el cielo estrellado. Aunque su cuerpo parecía intacto, Naram sentía que algo había cambiado dentro de él. Las estrellas seguían brillando, pero ahora sentía que algo había cambiado. El Primer Umbral, como lo llamaría en sus escritos futuros, no era solo una puerta a otro lugar; era una conexión con el tiempo mismo, una manifestación del equilibrio cósmico que regía las realidades.
Reflexión Final
El Portal del Caos no es solo un fenómeno; es un testigo de la historia, una fuerza que ha existido desde el principio de los tiempos, observando y, cuando es necesario, alterando el curso de los eventos. Mesopotamia, la cuna de la civilización, prosperó durante siglos antes de caer en el olvido. Naram fue uno de los pocos elegidos en su tiempo para ver el umbral, pero su legado no fue escrito en las estrellas. Al final, las civilizaciones caen, pero el caos siempre busca equilibrio, manteniéndose a la espera de los que se atrevan a mirar más allá de lo conocido.